Los mayores y el museo
En este post abordamos la práctica educativa en los museos como herramienta para la mejora cognitiva y las habilidades sociales de los mayores.
El progresivo envejecimiento de la población tiene la necesidad de crear diferentes formas de intervención para mejorar su calidad de vida. Diferentes estudios se ha demostrado que estas estrategias consiguen frenar o paliar el deterioro cognitivo. El hombre no solo vive, sino que convive, por lo que se hace necesaria su relación y comunicación con los otros. El arte es una buena herramienta, para la mejora cognitiva y las habilidades sociales, favoreciendo su desarrollo personal, para mantenerles en contacto con el entorno y de esta forma conservar sus capacidades cognitivas, afectivas y sociales.
Durante el transcurso de la vida, los mayores han estado haciendo muchas cosas para tener lo necesario para vivir y dar vida a los hijos, el tiempo para “parar”, para reflexionar sobre lo que son y lo que hacen o quieren hacer. Es por lo que cuando llega la jubilación se crea un sentimiento de vacío. No es fácil cambiar estos hábitos humanos aprendidos y repetidos durante más de sesenta años. Los mayores nos agradan haciéndonos cosas, cuidando a los nietos, preparando comidas, o haciendo pequeños recados. El sentimiento de soledad es un factor determinante es este ciclo de la vida, la perdida de facultades físicas, la pérdida de familiares, la pérdida de redes sociales, hace que esta etapa de la vida, sea una etapa de duelo, interviniendo este factor como influyente en el aislamiento social. Son muchas las reticencias que influyen en el acercamiento por parte de los mayores a cualquier tipo de recurso social. El qué dirán, el sentimiento de debilidad, la no aceptación de sus limitaciones, hacen que sean los propios mayores quienes pongan dichas barreras. También nos encontramos con limitaciones familiares, debidas a los estereotipos que afectan a toda la población mayor.
Desde los Centros Municipales de Mayores, se trabaja la memora en grupos formados por mayores, derivados mediante la coordinación con los centro de salud, si es el médico quien receta la participación en grupos de trabajo, en estos casos para trabajar la memoria, esta justificación elimina los estereotipos sociales y facilita la inclusión de los mayores en los diferentes talleres y actividades. Iniciamos la colaboración con el Área de educación del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, en el 2010, aún recuerdo la primera reunión con Alberto Gamoneda, en la que trabajamos los objetivos para la primera visita. Con el objetivo de empoderar a los mayores haciéndoles conscientes de sus valores, de sus capacidades, de sus sueños e ilusiones. Para que de esta forma mejorar su autoestima y capacidad para la toma de decisiones. Las intervenciones grupales que han resultado de más efectividad son aquellas que tienen un componente de sociales o en grupo, es importante ajustar las actividades de intervención a cada persona en concreto. Además es recomendable analizar las necesidades de cada persona, conocer su historia de vida y sus circunstancias actuales, modelo de atención integral y centrado en la persona.
El primer día que visitamos el museo para los mayores fue llegar a un palacio, algunos de ellos nunca habían pisado un museo, minutos después de la mano de Alberto, haciendo que nos sintiéramos protagonistas de la visita, consiguió que nos sintiéramos parte de él. Y hablo en plural por la igualdad que se establece en el grupo, todos los participantes, teníamos algo que contar, cada uno desde sus vivencias o conocimientos. Poco a poco los mayores “estando” frente a las obras de la Colección permanente del museo fueron “sintiendo” cómo afloraban sus sueños, sus ilusiones, sus recuerdos. “El sueño” de Franz Marc, “Parque de atracones” de Ben Shahn, fueron dos de las obras elegidas para trabajar en estas primeras visitas. Algo se movió en los mayores, la puerta de estas obras se abrió a su memoria, y poco a poco comenzaron a viajar por sus recuerdos, muchas las emociones que afloraron a ellos. Se abrió a la necesidad de contar estas vivencias, de ser escuchados, de emocionarse. Personas en soledad, sin comunicación con el entorno, tanto por soledad, como por haber perdido el interés por lo que los mayores cuentan por parte del entorno. Cada persona es un tesoro en sí misma, y tiene algo que enseñar y mucho que mostrar y compartir.
Es necesario quitarse los prejuicios, los estereotipos, y simplemente ir de forma generosa, entregarse y disfrutar de estar con las personas mayores Momentos de alegría, de tristeza, de hambre, de lucha, que formaban parte no solo de la vida de aquellos mayores que visitaban el museo, si no de la historia viva de la ciudad de Madrid. Las personas mayores también sienten deseos de aprender porque consideran que todavía les queda mucho camino por recorrer, pese a las mermas físicas y psíquicas características de la edad. Son las experiencias del aprendizaje las que sirven para encauzar las necesidades de los mayores. Es decir que el aprendizaje es el que sienta las bases para conseguir los cambios terapéuticos en los mayores, hacerse conscientes de sus capacidades, de sus conocimientos y ser reconocidos por el entorno.
Estas experiencias nos llevan a conseguir la recuperación de anteriores estados de salud o mejora dentro de una nueva situación, como en el caso de estas propuestas que además garantizaron cierto grado de aprendizaje. En definitiva con esta experiencia se quiso demostrar que la expresión de emociones y sentimientos, podía contribuir a minimizar esos efectos negativos propios del proceso de envejecimiento. Uno de los grandes beneficios que recibimos de estas visitas, es evitar la soledad en la población de los mayores. Formar parte de una red, el encuentro con otras comunidades, es algo que hemos conseguido en este acercamiento al museo. Ir generando espacios que ayudan a generar un tejido social que reintegra a la persona mayor en la sociedad. Viendo la satisfacción de los mayores en la realización de estas visitas, comenzamos a realizar intercambios intergeneracionales, mayores y jóvenes, comenzaron a compartir experiencias, escuchar y ser escuchado como iguales, fue un camino que nos abrieron las obras del museo, de la mano de Alberto, camino que tuvimos la necesidad de recorrer en posteriores encuentros fuera del museo, creando espacios para la comunicación e intercambio de experiencias entre generaciones. Pero esta experiencia la publicaremos más adelante.
- Fecha de publicación:
- 24 de Enero de 2019
- Información sobre el autor:
- Educadora social nº 76512, miembro de la Comisión Aprendizaje a lo largo de la vida e intergeneracional del Colegio de Educadores Sociales de Madrid. Miembro del equipo de formación " Laboratorio de Ideas para ser feliz" en colaboración con la CAM, Coordinadora del Proyecto de Dinamización de los Centros de Mayores, del Distrito Centro, Ayuntamiento de Madrid. (1989/ 2014) Técnico de la Asociación de Voluntarios de la Caixa, Delegación de Madrid, gestionado por Hartford SL
Gracias a ti por esta oportunidad.
Creo que para que la experiencia trascienda debe de estar coordinada con el equipo que trabaja con mayores. Para este trabajo se debe tener en cuenta, el perfil del grupo, y en algunos momentos, el perfil de cada uno de sus miembros, los objetivos que se están trabajando desde el proyecto de intervención, para que la actividad este incluida y potencie estos objetivos. Realizar una evaluación posterior, con la valoración de resultados, e ir adecuando las siguientes visitas a las necesidades del grupo.
Que el museo a través de sus cuadros nos brinde un espacio activo de escucha y dialogo, ha sido una de nuestras mejores herramientas para la intervención, en objetivos terapéuticos.