¿Cuántos recursos hay en alguna de las carpetas de nuestros ordenadores o en apuntes de un cuaderno que siguen cogiendo polvo en la nube o en un cajón...?

Desde la comunidad de profesoras/es Musaraña siempre nos han animado a subir recursos a la plataforma. “No hay recurso pequeño”, nos han dicho hasta el cansancio. Pero la evidencia es que, por una razón o por otra, este mensaje no ha tenido la respuesta que se merece. El banco de recursos de Musaraña es rico, abundante, hay más de cien. Son muchos. ¿Pero cuántos hay en alguna de las carpetas de nuestros ordenadores o en apuntes de un cuaderno en el cajón que siguen ahí, casi cogiendo polvo, porque les falta ese rato de sentarse a terminarlo? 

Y a veces no se suben porque existe el miedo a no estar a la altura del nivel de los recursos que ya están en la plataforma y se produce una especie de miedo escénico. ¿Cómo superar la sonoridad de Raúl, la rigurosidad de Norberto, la explosión de Sara, la genialidad de Ana Pérez-Nieto, la sensibilidad de Nerea, la generosidad de Fernando o la pasión de Aroa? Todo lo que hacemos es interesante y merece su hueco en la plataforma. Y, de nuevo, se nos olvida el mensaje: “no hay recurso pequeño”. 

Entonces… ¿por qué no ponerse manos a la obra? Sacar del cajón de sastre todas esas experiencias. Yo me lo he puesto como propósito de esta primavera y he buscado una motivación personal para conseguirlo. 

La carta de platos de los restaurantes se divide por especialidades. Están los grandes platos de laboriosas elaboraciones, con productos selectos y que requieren más tiempo y dedicación. Son muy espectaculares, pero también están los “entrantes” o los de “para picar y compartir”. Esos requieren menos elaboración, quizás son más sencillos, pero igualmente deliciosos. Estos platos preparan nuestro paladar, activan nuestro cerebro, producen serotonina, nos hacen felices. 

Y siguiendo con el símil gastronómico, también están las improvisaciones. Esas que surgen cuando abres la nevera y echas un vistazo. Con dos cositas de aquí y allá preparas un gran plato. Normalmente, estos platos no se escriben en el libro de recetas familiar porque piensas que no lo merecen. Pero, ¿cuántas veces al pasar el tiempo alguien recuerda lo rico que fue aquello y te das cuenta de que no lo puedes repetir porque no te acuerdas cómo lo hiciste? 

En el día a día, en nuestras clases, hacemos estupendas improvisaciones y se quedan ahí. Momentos mágicos en los que algún cuadro de la colección del museo es el ingrediente principal y que se quedan ahí. Y otra vez se nos vuelve a olvidar el mensaje: “no hay recurso pequeño”. 

¡Hagamos un recetario! ¡Escribamos nuestra carta de platos! Saquemos de las carpetas nuestras anotaciones, fotos, dibujos y escribamos nuestro libro de recetas. Y que cada uno escriba su especialidad teniendo en cuenta que no existe receta pequeña ni menos importante. Y así, plato a plato, recurso a recurso… 

“Recetario Musaraña”. Yo creo que suena bien. 

Puedes conocer todos los recursos creados por la comunidad Musaraña aquí.

Fecha de publicación:
2 de Abril de 2024
Imagen
Ana Salado de la Torre

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