Fotografía de Olana, casa del pintor Frederic Edwin Church

Los afueras

El origen de Olana se sitúa en 1860 cuando Frederic Edwin Church, que se encontraba en el punto álgido de su carrera, contrajo matrimonio con Isabel Mortimer Carnes y decidió comprar un terreno con vistas al río Hudson donde, pocos años después, crearía su pequeño universo.

Tiempo antes de diseñar, construir y habitar el que sería su hogar, Church ya se había dejado atrapar por la belleza imponente del valle del río Hudson y de la región montañosa de Catskill, Taconic y Berkshires. Sabemos que entre 1844 y 1846 vivió junto a su maestro, el también pintor Thomas Cole, en el pueblo homónimo de Catskill, lo que le permitió explorar, dibujar y apreciar la zona hasta hacerla suya. Y aunque a lo largo de los años Church fue dejando una excepcional galería de imágenes tanto de su país como de los diferentes territorios a los que viajó, siempre regresó, una y otra vez, al lugar que consideró el escenario de sus sueños, sus recuerdos y evocaciones.

Fotografía de Olana, casa del pintor Frederic Edwin Church
Fotografía de Olana, casa del pintor Frederic Edwin Church
Fotografía de Olana, casa del pintor Frederic Edwin Church
Fotografía de Olana, casa del pintor Frederic Edwin Church
Fotografía de Carlo Ponti, Vista de Venecia
Fotografía de Olana, casa del pintor Frederic Edwin Church
Fotografía de Olana, casa del pintor Frederic Edwin Church
Puesta de sol en el valle de Hudson, 1870, obra de Frederic Edwin Church
Dibujo de la vista suroeste de Olana, 1872, obra de Frederic Edwin Church

Olana fue mucho más que un capricho de volúmenes asimétricos y decoración ecléctica –aprovechó ciertas características del estilo victoriano y del mundo oriental para combinarlas de manera armónica–. Fue el gran proyecto vital y artístico de Frederic Church, un lugar que incluía, además de la casa principal construida con piedra local en diferentes colores, una granja, diferentes jardines de helechos y rosas, prados para el pastoreo de ovejas, dependencias de servicio, un lago, cercas, caminos, bancos diseñados para disfrutar del paisaje o boscajes con especies autóctonas –llegó a plantar miles de árboles como acto de lucha contra la industria maderera, que asolaba los bosques de la zona–. Y es que Olana, a partir de 1869, vino a satisfacer el impulso creador de un Church que veía como poco a poco su éxito como pintor –pero no como empresario– comenzaba a desvanecerse. “¡Estoy ocupado haciendo arquitectura paisajística!”, escribió Church en cierta ocasión.

Planos de Olana, casa del pintor Frederic Edwin Church
Planos de Olana, casa del pintor Frederic Edwin Church
Planos de Olana, casa del pintor Frederic Edwin Church
Planos de Olana, casa del pintor Frederic Edwin Church
Planos de Olana, casa del pintor Frederic Edwin Church
Planos de Olana, casa del pintor Frederic Edwin Church
Los adentros

Si el exterior de Olana resulta sorprendente, en su interior la forma en que cada habitación se relaciona con el paisaje y cómo la luz invade las estancias llaman la atención por su intencionalidad efectista, divertida y casi mágica –Church utilizó espejos, empleó elementos decorativos metálicos y compró obras de arte para crear una atmósfera de ensueño tanto para los habitantes de la casa como para sus visitantes–. Al caminar por las habitaciones de Olana podemos seguir el rastro del pintor y de su pintura. Así, parece que el artista se deja sentir a través de los espacios, los muebles, las alfombras, las chimeneas, los libros, las esculturas o los objetos que trajo de sus diferentes viajes al extranjero: Ecuador, Colombia, Jamaica, Egipto, Jerusalén, Austria, Roma, París… La casa como cartografía vital del propio Church. El espacio como reflejo de su mundo interno. Cada objeto como testigo de sus experiencias pasadas.

La casa se deja sentir en la pintura
Otoño. Frederic Edwin Church

Otoño, de 1875, perteneciente a la Colección Thyssen-Bornemisza, es un buen ejemplo de la etapa pictórica que vive Church en Olana –la obra fue pintada para su amigo y mecenas William Henry Osborn (Salem, 1820-Nueva York, 1894), con quien compartía su fascinación por la naturaleza–. Destaca en la pintura la luz brumosa y cálida que inunda toda la escena y desmaterializa los elementos sólidos del paisaje. Y es que Church conocía las teorías de la luz que estudiaban y aplicaban los impresionistas, como demuestran algunos de los libros que guardaba en su biblioteca. No pinta con tanto detalle como en etapas anteriores, pero continúa aplicando su característica pincelada con la que matiza cada textura de cada uno de los elementos de la naturaleza. Así, en el lienzo se distingue la solidez y aspereza de la roca solitaria frente a la fragilidad y liviandad de las hierbas que crecen sobre su superficie.

Y después de Church...
Fotografía del pintor Frederic Edwin Church

Hacia 1891 la casa se encontraba terminada tal y como la conocemos hoy, y, paradójicamente, una de las últimas construcciones en levantarse fue un nuevo estudio para el pintor. La gran obra del artista había llegado a su fin. Cuando Church murió en el mes de abril de 1900, Olana pasó a manos de su hijo, Louis Palmer Church, y de la mujer de este, Sarah Baker Good, que conservaron la propiedad sin cambios hasta la muerte de esta en 1964. A partir de 1966, y tras algunas vicisitudes, el estado de Nueva York junto a la Olana Partnership –una organización sin ánimo de lucro creada ex profeso para la preservación de todo el conjunto– trabajaron para que la mansión y las tierras aledañas se conservara intactas y se convirtieran en Sitio Histórico del estado de Nueva York y en Monumento Histórico Nacional.

Olana

Era el centro del mundo

Salvador Martín
Área de Educación del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

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