El Rincón del Principito: espigando
Os cuento el proyecto desarrollado en el IES Pablo Picasso, de Pinto, con materiales reciclados de una exposición temporal del museo.
Este es mi primer curso como miembro de la comunidad docente Musaraña y, como todo aquel que ha pasado por sus talleres y encuentros, he descubierto el placer de compartir proyectos creativos que enriquecen la práctica en el aula con compañeros de distintas etapas, en un ambiente entrañable donde puedes entrar agotado después de una dura semana de trabajo y salir lleno de energía y ganas de volver a la carga. ¡Increíble, pero cierto! Además, he tenido la enorme suerte de participar en la primera sesión de Espigar: El tercer polo, proyecto piloto que surge a partir de la sugerencia de dos veteranas compañeras de la comunidad –Ana Salado y Reyes González-, para aprovechar los materiales de las exposiciones temporales. Todo se puso en marcha gracias a la colaboración entre EducaThyssen y TBA21 -Thyssen Bornemisza Art Contemporary. Como creo que es bonito devolver lo recibido, compartiré la experiencia.
Y así, una tarde de febrero, tras una prodigiosa selección, organización y distribución de los materiales, un pequeño grupo de expeditivos docentes nos acercamos al museo para llevar a nuestros centros preciosos materiales con historia -en este caso, todo provenía de la exposición: El Tercer Polo de Himali Singh Soin con música de David Soin. Los proyectos de TBA21 tienen en común que buscan despertar el interés por el medioambiente y la consciencia frente al cambio climático, por lo que esta nueva iniciativa tiene todo el sentido del mundo.
Ahí comenzó nuestra pequeña aventura creativa. En muchos centros educativos, no solo por necesidad sino sobre todo por convicción, nos hemos convertido en expertos en el uso de materiales de reciclaje. Desde hace un par de años coordino un proyecto de transformación de espacios educativos en el IES Pablo Picasso y contar en esta ocasión con piezas que previamente habían formado parte del Thyssen era un auténtico lujo.
Así, unas colchonetas fueron a parar al aula TEA, que los miércoles se ha convertido en la sede del Club de Lectura, reabierto recientemente. Es un espacio para la calma donde, además, colgamos un móvil de grullas creado por alumnos de Primero de Secundaria. En la pared exterior del aula realizamos un mural: El Rincón del Principito, con parte de las letras azules del rótulo de la exposición. Me siento afortunada por contar con un pequeño, pero entregado, grupo de alumnos de diferentes niveles que se apuntan a todas las actividades artísticas que les propongo. No hay obligación, no hay notas, simplemente nos unen las ganas de trabajar juntos y de ver al final del camino otro proyecto terminado. En este caso, teníamos claro el tema, pero hicimos unos cuantos bocetos previos hasta decidir la composición final. Pintamos, en primer lugar, los azulejos verde hospital de un bonito azul, y luego construimos planetas con la moqueta que nos trajimos del Thyssen. Barajamos la opción de incluir al Principito, pero finalmente decidimos que el pequeño extraterrestre rubio estaba de viaje y representamos con una silueta su rosa. Los miércoles encendemos "las estrellas", anunciando que tenemos taller de lectura en el recreo y así recordamos a nuestra compañera Ruth Bartolomé, que nos dejó el curso pasado, —que inició el Club hace unos 8 años y era su libro preferido—.
Que los alumnos participen directamente en el diseño y ejecución de proyectos artísticos en los espacios del centro tiene un alto valor educativo. Refuerza su sentimiento de pertenencia a la comunidad y genera nuevos vínculos, además de fomentar la motivación intrínseca y el valor del compromiso y la responsabilidad en el trabajo en equipo. Aún nos quedan letras de madera, moquetas y mucha ilusión y creatividad para seguir transformando el mundo desde los pasillos del instituto el curso que viene.