Metrópolis
Arquitecturas pintadas que inspiran nuevas narrativas. De Metrópolis a la ciudad cautiva de Nubla.
Son muchas las obras del Museo que inspiran los escenarios y mecánicas del proyecto Nubla. Hoy quiero detenerme en una de estas piezas artísticas -Metrópolis (1916-1917) de George Grosz- para conocer a su autor, contexto e influencias con el fin de situar las relaciones entre el videojuego y la propia pintura.
Comenzamos con un poco de historia... Eran los años de la belle époque, pero también de la paz armada (1871-1914). Los avances técnicos, la ilimitada fe en la ciencia y los profundos cambios culturales parecían anular todas las contradicciones del sistema derivadas de las rivalidades territoriales, económicas y psicológicas entre las grandes potencias europeas –en Alemania, por ejemplo, la política de inversión armamentística había venido acompañada de una amplia campaña de propaganda que glorificaba la idea de la guerra: “La hora solemne de ajustar las cuentas está próxima.”- Europa, por tanto, parecía encontrarse en un frágil equilibrio que llegaría a su fin con el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
Cuando en 1914 estalla el conflicto, el pintor berlinés GEORGE GROSZ (1893–1959) –como muchos compatriotas- decide alistarse en el ejército alemán. Un año más tarde, por motivos de salud, se le licencia y marcha a vivir a Berlín. Los años centrales de la Gran Guerra resultan especialmente duros –destacan las batallas de Verdún y Somme, la entrada de Estados Unidos en la contienda o la crisis de subsistencia conocida como “invierno de los nabos”- y Grosz es llamado de nuevo a filas; aunque en mayo de 1917 –con consejo de guerra mediante- volvería a ser declarado no apto para el combate. Metrópolis (1916-1917), pintado en plena conflagración, es el resultado de los horrores vividos por el propio artista durante este periodo.
La obra, adscrita a la corriente expresionista -aunque con elementos procedentes del cubismo y el futurismo-, refleja a una muchedumbre enloquecida que parece confluir en el cruce de dos calles, lugar donde se levanta un imponente edificio. Se trata, como podemos leer en el letrero luminoso de su fachada izquierda, del Hotel Atlantic, un establecimiento que en época de Grosz se denominaba Hotel Central de Berlín –situado frente a la estación de Friedrichstraße- y que originalmente carecía de la cúpula con la que el artista cubre parte del inmueble. El añadido pictórico recuerda, en cierto modo, al Pabellón de Cristal o Glashaus que la Deutscher Werkbund (DWB) impulsa para la Exposición de Colonia de 1914. Esta construcción –una gran cúpula prismática-proyectada por Bruno Taut, fue considerada un ejemplo de innovación, pues en ella se empleó el vidrio como material constructivo y, al mismo tiempo, se asoció a la arquitectura un papel protagónico en la búsqueda de una mayor transparencia y compromiso social.
La DWB fue una asociación de arquitectos, diseñadores industriales y artistas que deseaban conciliar las técnicas de producción artesanales con las industriales destinadas a la producción en masa. Su influencia fue muy importante en la historia de la arquitectura moderna como precursora de la Bauhaus. Formaba parte de este grupo, entre otros, el alemán Peter Behrens, que destacó entre sus contemporáneos por los edificios industriales y bloques de viviendas realizados para la Allgemeine Elektricitäts Gesesells (AEG) en Berlín. Sus construcciones, de líneas rectas y con gran profusión de ventanas, encuentran paralelismos con algunos de los inmuebles levantados junto al Hotel Atlantic.
El edificio situado en el extremo inferior derecho de la obra, por su movimiento y formas irregulares, evoca a algunos diseños de los checos Jan Kotera y Pavel Janák. Estos arquitectos se caracterizaron por trazar planos de edificios repletos de ángulos pronunciados, que anunciaban el estilo arquitectónico expresionista. Una corriente poco estudiada, pero que tuvo cierta importancia en países como Alemania, Austria y Países Bajos, donde se desarrolló el primer ejemplo de cierta importancia: la Scheepvaarthuis de Ámsterdam (1912-1913) de van der Meij.
Las calles de esta metrópolis se ven colapsadas por una multitud de gente anónima que se dirige alicaída –quizás por el peso de la culpa- y a paso rápido hacia el centro de la plaza. Aquí una alargada farola, que junto al edificio principal acentúa el efecto de perspectiva oblicua, ilumina a los diferentes personajes que aparecen en primer término -todos ellos caricaturas crueles del ser humano-.
La contienda en Alemania fue devastadora y el propio George Grosz expresó el descontento y el pesimismo imperante en su propia producción pictórica, convirtiéndose así en el mejor cronista del Berlín de la Gran Guerra y la República de Weimar (1918-1933). Con el acceso al poder de Adolf Hitler, el pintor decidió emigrar a los Estados Unidos, “al país triunfante de las grandes fortunas” según sus propias palabras y por el que desde niño había sentido auténtica admiración –en la obra una bandera estadounidense ondea sobre uno de los edificios-. Trabajó entonces como profesor en Nueva York - hasta su vuelta a Alemania en 1958-, ciudad que desde finales del S. XIX era ya una referencia en el panorama cultural y arquitectónico occidental.
Ahora! ¿Queréis conocer la obra en el propio Museo y en el videojuego?