El siguiente post se adentra en la búsqueda de localización para “Intersticios”, un donde lo personal y lo recóndito es el principal valor.

Habitar tiene que ver con intimidad, con ocupar el lugar íntimo. “Habitar” está más cerca de “ser” que de simplemente “estar”. ¿Es posible un habitar íntimo en el museo? Podemos intuir que el espacio ocupado es una cuestión fundamental a la hora de construir intimidad. El aislamiento, el escondite, el refugio, lo doméstico, son espacios de privilegio para la reivindicación de lo individual. 

En la búsqueda de localización para “Intersticios”, donde lo personal y lo recóndito es el principal valor, he encontrado un espacio en el que me ocultaría si jugásemos al escondite. No es el baño, es un pasillo que es frontera y desierto. No sé si sabías que el museo cuenta con una sala de exposiciones a la que se puede acceder siempre de manera gratuita. Antes de entrar, a la izquierda, hay un pasillo cercado por uno de esos cordones que impiden el paso. El pasillo conecta con la zona de la colección permanente a la que no puedes acceder si no has pagado la entrada. 

La línea del “prohibido el paso” solo es transgredida por los vigilantes de sala, como es obvio. El resto de transeúntes respetan esa barrera. El pasillo, que debería conectar espacios, los desconecta. De este modo el pasillo es aniquilado, intransitado, insignificante. El lugar cobra entonces un potente valor simbólico y al dejar de tener sentido como pasillo, es susceptible de ser transformado; habitado de otra forma. 

“Habitar para Transformar” no solo pretende reflexionar sobre el modo en que los públicos se enfrentan a la colección, sino también activar ciertos espacios del museo. “Intersticios” ambiciona con resignificar este espacio, convertirlo en un punto de encuentro y de vida (habitable). La obra podrá ser observada y activada por personas de ambos extremos del pasillo. 

Mi objetivo será reavivar este pasillo donde nunca pasa nada, convertir un no-lugar, un lugar de tránsito, un “espacio alargado y estrecho que sirve de paso, dentro de un edificio” en un espacio de creación, de reflexión y de intimidad.

Lo que ocurra aquí, además, tendrá un desdoblamiento virtual. Intersticios se activa desde dentro del museo pero se puede visitar a través de la Red desde cualquier lugar conectado. Sobre esta resemantización del espacio físico y convertido en virtual, ese “otro lado” sin cuerpos, sin pasillo, donde se registra y se acumula lo que ocurre en este rincón del museo hablaremos más adelante. 

Por ahora, os muestro lo que ocurre un día cualquiera en el pasillo frontera.

Fecha de publicación:
28 de Noviembre de 2017
Imagen
Clara Harguindey

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