Nuestro bálsamo
Pero sucede el Thyssen, mágicamente, ofreciéndonos un encuentro virtual a modo de bálsamo. ¿Y por qué hablo de bálsamo? En el siguiente post intento explicarme…
Nos ha tocado transitar -y seguir transitando- momentos de gran incertidumbre y desconcierto frente al actual contexto de pandemia. Y esta incertidumbre genera angustia, esa emoción que nos habita cuando sentimos que podría pasar algo que nos cause dolor, una señal de alarma. Junto a un “quédate en casa” que se prolonga más de lo pensado, poniendo a prueba nuestra capacidad de tolerancia y haciéndonos sentir tan ansiosos…
Definitivamente, nuestra psiquis se encuentra bajo presión, y quienes son más vulnerables pueden estar en riesgo.
Pero sucede el Thyssen, mágicamente, ofreciéndonos un encuentro virtual a modo de bálsamo. ¿Y por qué hablo de bálsamo? Intento explicarme…
- En primer lugar, porque brinda una rutina diaria como marco de contención, la posibilidad de volver a pautar y armar una cotidianeidad. Y al volver a programar nuestra actividad, se reduce la sensación de riesgo y disminuye la ansiedad.
- Porque ofrece un momento de placer y distensión para hablar de arte, transformando nuestro malestar en propósito cultural.
- Porque propone un diálogo amigable en torno a un interés común donde, además de intercambiar información, se comunican pensamientos, sentimientos y deseos. Y entre tanto, como hecho crucial, la palabra va desgastando la angustia, calma y descomprime.
- Porque regala un espacio de libertad, esa misma que tanto añoramos. Y la posibilidad de poder elegir las obras con las cuales trabajar nos recuerda que somos capaces de tomar nuestras propias decisiones. Y al apropiarnos de una decisión, dejamos de ser rehenes de las circunstancias.
- Y como si fuese poco, porque nos brinda la posibilidad de ocuparnos de otros al dedicarles una obra. Y al aportar desde el lugar que podemos, volvemos a sentir que también somos capaces de ayudar.
Son estos algunos motivos -entre otros- por los cuales defiendo tanto este espacio. Ocurre que observo a los usuarios acudir al punto de encuentro y apropiarse del lugar como un ritual que tranquiliza y aporta seguridad, logrando así lo primordial: escapar del padecimiento. Y ante este punto, lo confieso, me embriaga la emoción.
Son tiempos inciertos en los que hemos perdido muchas cosas: vidas, abrazos, ocupaciones y trabajos; pero esto va a pasar y tendremos que ver con qué mundo nos encontramos. Nos tocará asumir las pérdidas, pero quizás también tengamos la oportunidad de sorprendernos frente al descubrimiento de una ganancia impensada; el encuentro de una herramienta capaz de posibilitarnos ampliar y profundizar nuestro marco habitual de intervención.
¿Tiene a futuro este espacio tal potencial? Confío en ello, aunque como dices, Alberto, tocará evaluar y re-evaluar. Y acude a mi mente una imagen con la que Mónica Sorín suele trabajar: la del hallazgo feliz de “aquella hierbita verde que brota bajo la piedra gris…”.
Gracias Maricel por sintetizar de una manera tan clara los cómo y los porqué que estamos descubriendo en nuestra acción diaria y como estas pequeñas acciones para dar continuidad a nuestras actividad se han convertido en un verdadero descubrimiento. En la reunión de hoy como todos los lunes valuábamos precisamente estos temas y recordábamos como en un principio queríamos que fuera como cuando "alguien golpea tu puerta y te dice si necesitas algo estoy aquí, ten claro que no estas sólo" y como sin preocuparnos de la respuesta pero si de la necesidad hemos encontrado un recurso que nos permite muchas cosas de las que imaginábamos. Tenemos que seguir pensando y construyendo y seguramente entender que el hallazgo no puede caer en saco roto. Lo que no podremos mantener es la intensidad, pero nada nos impide, de momento mantener el canal abierto...