La  figura del educador de museo aparece en nuestro contexto local en los años 70 bajo el sobrenombre de “guía de exposiciones”...

La  figura del educador de museo aparece en nuestro contexto local en los años 70 bajo el sobrenombre de “guía de exposiciones” cuando los grupos de turistas y escuelas de primaria empezaban a desbordar las salas del museo. Han pasado ya más de 40 años de ese momento y los educadores hemos recibido nombres tan terribles como “informadorxs”, “auxiliares de sala” o el inaguantable “monitorxs”. Dejadme que hoy, como educador, os explique lo que significa ser educador en museos, las similitudes que nuestro trabajo tiene con el de lxs artistas y lo interesante que es este trabajo de aprendizaje constante.  

Para empezar, considero mi trabajo de educador al mismo nivel que mi trabajo como artista, una práctica política, reivindicativa, y que intenta hacer visible lo invisible. Por si alguien se pregunta por qué́ mi trabajo de mediador es político, le contestaré que lo es sin duda porque la institución artística es en muchos casos una institución pública, y como parece ser que eso se nos ha olvidado, mi trabajo como educador ha de convertir el museo en un nexo con la ciudadanía, la cultura, lo local y lo internacional. Por ello, dejé de considerar mi trabajo como un simple “servicio en salas” para empezar a considerarlo una tarea de importancia y de responsabilidad.

Como educador, soy un museo dentro del museo, un museo efímero y de escala humana que colecciona el aquí́ y el ahora, es decir, toda las experiencias, ideas, anotaciones, curiosidades y contenidos de los habitantes de la exposición (artistas, comisarios, críticos, usuarios, restauradores, personal de limpieza, personal de seguridad, y más...). Este patrimonio que coleccionamos es temporal ya que sus referencias caducarán a corto plazo y por eso nuestra función es muy valiosa. Solo lo podemos coleccionar nosotrxs, porque somos lxs que estamos en salas día tras día y en contacto directo con todos sus habitantes... Así́ pues, nuestro discurso es un elaborado collage de los discursos que vienen de dentro y de fuera de la institución, y nos convierte en un agente activo en el tiempo dentro del gran cubo blanco donde el tiempo parece que no pasa.

Como educador y como artista quiero tener mi propia voz, una voz que cuestiona frenéticamente en voz alta todo lo que ve y que grita como un verdadero psicópata en salas, porque grito para liberarme de la voz institucional que quiere que repita un guión una y otra vez como un contestador automático.

Ya para acabar, considero que a través de mi voz y de mi trabajo de mediación educativa, los departamentos de exposición, de programas públicos y de educación pueden por fin encontrarse, ya que mi práctica es un aglutinante de esos tres ámbitos. Lxs educadorxs hemos de enseñar al museo y a sus departamentos que otra manera de trabajar es posible y se lo vamos a demostrar cada día con nuestro compromiso a pie de salas, empujando hacia fuera los límites de la institución.

Fecha de publicación:
9 de Enero de 2017
Imagen
Jordi Ferreiro
Información sobre el autor:

Artista y educador

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